Hoy me adentro
en un lugar tan emblemático como representativo, en mi opinión, como
es la peluquería de caballeros de este Club que forma parte de la historia de
la Villa de Bilbao.
En este gran pequeño territorio situado en la Primera, Planta cerca de la Biblioteca y los Salones de Billar y Ajedrez, gobierna Miguel Lamas, quien desde hace algunos años atiende este servicio en un entorno exclusivo, carismático y único debido, sobre todo, a los elementos que allí se encuentran.
Utensilios de peluquería con
solera muy bien conservados y que dan cuenta de un pasado brillante, de
aquellos años de la fundación de la Sociedad Bilbaína en 1839 y posteriores (en
1913 se trasladó la sede de la Plaza Nueva a la actual, en la Calle Navarra). Una institución que ha cumplido 185 años y goza de muy buena salud.
“Se trata de un mobiliario con valor histórico como la silla de barbero, que está incluida en el catálogo de elementos significativos de la Sociedad”, nos dice.
También son
igualmente de la época, los lavabos, el
perchero y otros elementos que nos muestra en una vitrina. Se nota que le gusta
desempeñar su trabajo en este entorno y lo valora enormemente.
“Si no hubiera
elegido este trabajo puede que me hubiera inclinado por las Bella Artes” nos
asegura.
Me viene a la
memoria que un conocido actor dijo que un buen peluquero nos puede cambiar la
vida y ¡hasta las ideas!, y por ello le pregunto a Miguel sobre si su cliente habitual
se deja asesorar. Asiente con la cabeza y me cuenta que la mayoría tiene ya un
corte habitual que le gusta desde hace años y que quiere mantener. En otros
casos, quieren un cambio y se atreven a cambiar sin problemas.
Y es que en este
oficio, el hecho de tener en tus manos la cabeza de alguien, pienso, supone
algo que da pie a que el cliente se comunique con quien le trata, y muchas
veces, le desvele aquellas cosas que guarda celosamente para sí. - ¿En qué se
parece su trabajo a una sesión de psicoterapia?- le pregunto. Y sin ninguna
duda, me dice con seguridad: “Más de lo
que se pueda nadie creer”.
-Supongo que
también habrá personas a quien no le gustaría tener en sus manos-le comento
antes de finalizar la entrevista, -“Claro…..No me gustaría ser el peluquero de
Donald Trump”-
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