lunes, 26 de mayo de 2025

LA LEYENDA DEL HOMBRE QUE ATRAÍA AL VIENTO

Antiguamente en el País Vasco se salía a pescar a remo en trainera. Una de las traineras de Hondarribia siempre tenía problemas porque allí donde iba, allí llegaba el viento del Ipar Haizea, el viento del Norte y esto les impedía trabajar con la red, con el palangre y con el aguarines para el chipirón. Lo curioso del tema era que los demás pescadores, incluso los más próximos a ellos, faenaban con total normalidad.


Cuadro: "Los remeros". Manuel Losada. Bilbao Museoa. Museo de Bellas Artes de Bilbao - Arte Ederren Bilboko Museoa

Una noche en la taberna el patrón de la trainera comentó lo que les ocurría. Entonces un viejo arrantzale quiso saber si en la tripulación había alguno que silbara y si así era le dijo al patrón que era eso lo que atraía al viento.

Al día siguiente, cuando estaban pescando, de repente, y de forma inesperada, despertó el Mendebaldea (viento del Noroeste) y hubo que recoger rápidamente los aparejos y emprender el regreso al puerto. Fue entonces cuando  el patrón reparó en que el más joven de la tripulación silbaba una extraña canción. Lo mismo ocurrió al día siguiente y los sucesivos. Hasta que llegó una tarde en vísperas de las fiestas de Andra Mari de Guadalupe, al amenazar galerna entre los silbidos de su pescador, el patrón le gritó desde popa: “Zer, berriz ere haizeari deika?” (¿Qué? Ya estás llamando otra vez al viento?)

Y, desde entonces, el hombre no silbó más, y la trainera conoció sus redes colmadas, y del aparejo cuajado de peces como jamás había tendido.

Leyenda contada por Perico Agirre a L. Peña Santiago cuando iban en una embarcación por l estuario del Rio Bidasoa y comenzó a soplar un viento fuerte.

L.P Peña Santiago etnólogo y escritor fue recogiendo de primera mano aquellas leyendas y tradiciones del País Vasco. Muchas de ellas se publicaron por la editorial Txertoa en 1989. El propio autor señalaba en aquél entonces que experiencia a él contadas eran el testimonio de un mundo que estaba a punto de desaparecer.


domingo, 18 de mayo de 2025

JOYAS SOBRE RUEDAS EN BILBAO

José Andrés Etxebarria es un apasionado de los automóviles, un afición que viene cultivando desde hace décadas. Y es que los coches dejan huellas profundas en nuestras vidas. 

En la fotografía el BI-2460

Acaba de publicar el libro "Historia del automóvil en Bizkaia: del BI-1 al BI-100.000" y por ese motivo ofreció una conferencia (en la Sociedad Bilbaina) dentro del ciclo de actividades promovidas por FeveBask.

Foto: L.Zabala. En la imagen de izada drcha: Luis Eguiluz, José Andres Etxebarria y Kepa Elejoste

Kepa Elejoste, Vicepresidente de FeveBask, presentó el evento y señaló que los coche matriculados en Bilbao de la época de principios del S.XX tienen buena acogida en el mercado de subastas internacional. Respecto a los fabricantes señaló que sin lugar a dudas la marca Hispano-Suiza fue la mejor de la época.

Foto:L.Zabala

Todos tenemos grabado en nuestra memoria los viajes en familia, las anécdotas en la carretera, cuando condujimos por primera vez y toda una serie de vivencias asociadas a un elemento que pasó a ser casi un miembro más de la familia: nuestro coche. Con este ánimo comenzó Etxebarria su disertación. Y es que a lo largo de nuestra vida son muchas las horas que pasamos dentro de algún tipo de vehículo.


A lo largo de su exposición Etxebarria ofreció imágenes de gran interés rescatadas del álbumes familiares en los que se ofrecen modelos carismáticos que marcaron una época. Son por ejemplo los que aparecen en las fotos superior: el BI-13970 y en la de abajo el BI- 102


Automóviles icónicos que según Etxebarria "son verdaderas joyas sobre ruedas".


Los vehículos antiguos, tal y como señaló Etxebarria, son elementos que nos hablan de un modo de vida, de un tipo de sociedad, de un sistema económico y de unas costumbres sociales que han desaparecido. Sin embargo, tenemos la siempre bella posibilidad de poder saborear aquellos tiempos al descubrir en alguna exposición estos magníficos ejemplares. Y si nuestra vida es lo suficientemente larga podemos recordar los momentos vividos en ellos. Ya saben:  dicen que recordar buenos momentos es vivir dos veces.

Por ello, no se pueden perder las jornadas de Arte sobre ruedas Villa de Bilbao